Discurso de orden en el Parque de la Bandera de Pueblo Libre a cargo del doctor Bernardino Ramírez Bautista en el marco de las celebraciones del Combate de Sángrar en el año 2012
SANGRAR, LA GESTA HEROICA DE LOS CANTEÑOS
Doctor Bernardino Ramírez Bautista
Cada
26 de junio nos damos cita en esta Plaza de la Bandera para rendir homenaje a
los héroes canteños que en Sangrar dieron a la Patria una segunda victoria
después de Tarapacá defendiendo a nuestra Patria del invasor.
. “!Canta,
sonó tu hora!, el cielo se azula al paso de tus aguerridos hijos; tu impulso de
rebeldía es olímpico, tu raza es raza de cóndores, libre y audaz, indómita y
brava, burlona y altiva ante los enemigos que pretenden humillarte,...” Así, el Monseñor Heralio Cabrera expresaba su
sentir por los hijos de esta tierra que en la Guerra contra Chile, dieron su
sangre y su vida por defender el suelo patrio y con dignidad y patriotismo
resistieron y expulsaron al enemigo de nuestro valle y suelo patrios.
Estamos celebrando el 131 aniversario de esa
histórica epopeya ocurrida en la planicie alto andina de Sángrar, altar de la
patria para los canteños y seguiremos conmemorando esta fecha por generaciones,
siguiendo el ejemplo de nuestros abuelos y abuelas que sufrieron las penalidades
de esta cruel guerra y que con lágrimas
en los ojos nos contaron las acciones heroicas de los hijos más queridos de
nuestros pueblos y que nosotros seguiremos
diciéndola a las generaciones venideras.
También celebramos la promulgación de la Ley N° 28712 que declara
al 26 de junio como “DÍA DEL COMBATE DE SÁNGRAR” con lo cual se perenniza la defensa de la
patria y el triunfo sobre el enemigo invasor, constituye el reconocimiento no
sólo de los hijos canteños, sino del país todo, a los héroes de Sángrar; acto
que estará por siempre en el pedestal
histórico de la Patria.
Expondré una síntesis del
combate de Sangrar ubicándolo en su contexto histórico nacional, para
luego abordar su significación y
proyección en nuestro tiempo.
I . EL CONTEXTO DE LA GUERRA CON CHILE
Este Infausto acontecimiento de nuestra historia no debió ocurrir
jamás, pero las guerras entre los pueblos del mundo en los últimos 180 años han
respondido a los intereses económicos y geopolíticos de las grandes potencias,
que se disputan los territorios, los recursos naturales y estratégicos y los
mercados de países como el nuestro.
La guerra contra Chile,
conocida como “La Guerra del 79” , o “La Guerra del
Pacífico”, satisfizo en parte las ambiciones territoriales chilenas, que aún
hoy después de más de un siglo, siguen mirando hacia el norte, hacia el Perú y
no sólo para invertir, sino que codiciosamente ven nuestra riqueza cuprífera y
el inmenso recurso hidroenergético que es la hoya del Titicaca.
Recordemos el pretexto que utilizó Chile para
declararnos la guerra, señaló que los impuestos que imponían peruanos y
bolivianos a la explotación de las salitreras en Tarapacá y Antofagasta,
afectaban a sus capitales invertidos y las ganancias de sus empresas
salitreras, con este pretexto nos declaró la guerra el 5 de abril de 1879.
Los
historiadores y estudiosos imparciales con una copiosa información, han
señalado la intervención directa de los ingleses en apoyo de los chilenos, pues
fueron los primeros en plantear que las salitreras mencionadas, de cuya
explotación eran accionistas principales, deberían encontrarse en territorio
chileno. Además como tenedores que eran de los bonos de la deuda pública
peruana se opusieron a un empréstito para comprar armas y a un nuevo contrato
con Dreyfus; más tarde recibieron de los
chilenos los bonos de nuestra depreciada deuda; no nos proporcionaron créditos
ni armamentos cuando lo solicitamos y por el contrario; sí lo hicieron con
Chile, baste señalar que la empresa inglesa Peruvian Guano que explotaba el
guano en Tarapacá se entendiera con los chilenos apoyándolos, su periódico el
Time de Londres, estuvo enteramente a favor de Chile y en contra del Perú y en
él podían leerse editoriales insultantes contra nuestro país y al presidente
Piérola, pedían la anexión del Perú a Chile; sus comerciantes asentados en el
Perú y encabezados por el consignatario Gibbs
apuntalaron la victoria de Chile, y cuando triunfaron, consiguieron un
tráfico comercial a favor de sus productos que los benefició enormemente.
Naturalmente
el triunfo de Chile sobre el Perú y Bolivia, permitió a los ingleses entre los
años de 1880 y 1930, dominar por entero
nuestra economía, papel que luego asumió Estados Unidos. Este marco
histórico nos permite ver con mayor claridad la catástrofe que significó para el Perú esta guerra.
Después
del gobierno de Ramón Castilla, la crisis hacendaria peruana fue grave; los
conflictos políticos entre los civilistas y terratenientes disputándose el
poder del Estado que empañaba la legitimidad del gobierno y dificultaba la
gobernabilidad, la falta de unidad e identidad nacional, la dilapidación del
erario público por los consignatarios, la aparición de los primeros enclaves en
la producción cañera, algodonera, minera
y petrolera, las abismales diferencias sociales, etc. que al decir de Julio
Cótler “... se calificara a los peruanos como ingobernables, pueblo
enfermo, incapaz de responder a las
solicitudes de la Patria (...) La mezcla de odio, desprecio y temor de los
grandes propietarios –blancos y costeños- hacia las capas populares sometidas a
ellos –indios, chinos y negros- era
idéntica a la que los conquistadores españoles habían mantenido hacia el pueblo
andino conquistado”.
Fueron
estas condiciones imperantes en el Perú de 1879, con las que iniciamos el
enfrentamiento bélico contra los descendientes de británicos, teutones,
araucanos y mapuches; nos enfrentamos en condiciones totalmente desventajosas
que no nos permitieron tomar la iniciativa y casi siempre estuvimos a la
defensiva. Nuestra clase gobernante, nunca asumió el papel de clase dirigente y
como dice Macera, “hasta ahora fue incapaz de dirigir la nación hacia su
desarrollo autónomo; no supo responder en ese momento ni en los siguientes a
los llamados de la Patria”; esto explica porqué poco a poco fuimos perdiendo
nuestro territorio en el sur. Después de Angamos, la inmolación de Grau y los
combatientes del Huáscar, nuestro mar pasó por completo al dominio chileno.
Batallas como San Francisco, Tacna, Arica, Alto de la Alianza significaron el
descalabro de nuestro Ejército; sólo Tarapacá y la figura señera de Cáceres
significaron un duro revés al enemigo. El heroísmo de Bolognesi y su ejército
en defensa de la patria es un ejemplo que ningún peruano podrá olvidar jamás.
La campaña del Sur terminó con la alianza peruano-boliviana y con nuestro
ejército reducido a 7 000 soldados mal armados, mal alimentados y pésimamente
uniformados; con la moral de guerra herida y casi aniquilada que lindaba con la
indisciplina. Basta recordar la batalla del Alto e la Alianza, no dejemos de
visitar el hermoso Museo de sitio y los obeliscos en honor de nuestros héroes.
No
menos lamentable, por decir lo menos, era la situación política: el Presidente
Mariano I. Prado con el pretexto de conseguir él mismo, créditos y armamentos,
abandona el gobierno y al Perú, este señor no trajo ni armas ni regresó. La
Puerta, asumió la presidencia y ante la protesta del pueblo asume el mando
supremo don Nicolás de Piérola que establece
su gobierno en el Centro del país, en tanto que los chilenos en Lima designan
presidente a Francisco García Calderón a quien meses más tarde Lynch lo deporta
a Santiago de Chile, designándole en su reemplazo a Montero a quien también lo reemplazaron por Miguel
Iglesias con quien firmaron el Tratado de Ancón el 20 de octubre de 1883.
II. LA OCUPACIÓN CHILENA DE LIMA Y EL
CENTRO DEL PERU
Con el triunfo en el sur, los chilenos
se lanzaron hacia el centro y norte peruanos, bloquearon y bombardearon el
callao y los puertos costeros; su acción desde el principio fue feroz, se
llevaron como botín libras esterlinas, plata y billetes peruanos, azúcar,
arroz, pacas de algodón, tabaco, miel, ron, aceite, café, cacao, alfalfa, goma,
cascarilla, plata en barra, chafalonías, y otras especies y más de 400 chinos.
Los
pueblos canteños desde los primeros días de la guerra aportaron con sus mejores
hijos para la defensa de la patria; después de la campaña del sur con el
ejército diezmado se trasladaron a Lima y muchos cayeron ofrendando sus vidas
en las batallas de San Juan y Miraflores el 13 y 15 de Enero de 1881. Con la
caída de Lima y la desorganización del Ejército, los sobrevivientes volvieron a
sus comunidades a restañar sus heridas y a organizar a la población para
persistir en la defensa de sus pueblos y de la patria.
En
esas circunstancias, Baquedano abandonó Lima y Patricio Lynch quedó como jefe
del ejército chileno y jefe político del Perú, su mandato fue el más
desgraciado; en él saquearon las arcas de los municipios, de las haciendas, la
Biblioteca Nacional, La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Facultad
de Medicina de San Fernando, la Escuela de Ingenieros, la escuela Militar, la
Escuela de Artes y oficios, el Colegio Guadalupe, el Jardín Botánico, el
Palacio de la Exposición, los templos y conventos. Esto que sucedió en Lima, lo
repitieron a lo largo y ancho del Perú.
Piérola
que hacía de Presidente en el Centro, acepta el plan de Cáceres para continuar
la Guerra hasta la expulsión de los chilenos. Cáceres luego de analizar la
situación concluyó que la ocupación de Lima y parte de la costa no entrañaba
por completo el aniquilamiento del poder militar de los peruanos, ni permitía a
los chilenos decidir la guerra por la fuerza de las armas, pues aún quedaban
recursos, territorios y energías para continuarla. La sierra fue escogida como
lugar estratégico para la resistencia y en ella recomenzó la guerra, fue de guerrillas primero,
modalidad que proporcionaba tiempo para formar y adiestrar a las primeras
tropas.
Los
canteños atentos al llamado de Cáceres organizaron dos batallones, el Canta N°
1 y el Canta N° 2, que integraron la cuarta división al mando del coronel
Manuel de la Encarnación Vento y
operaron en los valles del Chillón y Chancay, constituyéndose en el ala derecha
del ejército para su ataque a los
chilenos acantonados en Lima.
El
triunfalismo chileno no aceptaba la presencia de un ejército de resistencia en
el centro, consideraba que sólo habían partidas de montoneras enroladas compulsivamente por un jefe marginal y por lo tanto había
que exterminarlos definitivamente, arrasando y liquidando a los pueblos que los
protegían. Con este objetivo, Lynch ordenó en los dos años y seis meses que
duró la campaña de La Breña, hasta cuatro expediciones bélicas, la primera al
mando de Letelier, la segunda la comandó el mismo, la tercera Gana y la cuarta
Del Canto, todas ellas fracasaron y tuvieron que regresar a Lima, derrotadas.
La de Ambrosio Letelier fue en abril de 1881 hacia Junín y Huánuco al mando de 1,392
hombres; su paso por Chicla, Casapalca, hasta Cerro de Pasco fue cruel, de
bandidaje, destrucción y muerte; pero ni aún así, pudo cumplir su objetivo de
destruir y exterminar la resistencia del ejército y las guerrillas andinas; por
el contrario, sus tropas fueron diezmándose y las noticias de las atrocidades
que cometían contra las poblaciones andinas provocó en Lima la protesta, hasta
de las delegaciones extranjeras. Los continuos reveses de Letelier, obligaron a
Lynch, a ordenarle que regrese a Lima y, es exactamente en esa contramarcha de
los chilenos que se produce el combate de Sángrar.
III. SANGRAR, EXPRESIÓN DEL HEROÍSMO CANTEÑO
Es conocida la acción heroica del Batallón Canta Nro. 1 con sus 253
combatientes y al mando del coronel Manuel E. Vento. Como se recordará, la amenaza conminatoria de
Ambrosio Letelier para que los canteños depongan las armas porque sino arrasaría a Canta, a sus pueblos
y montoneras; no causó temor ni pánico, por el contrario avivó el patriotismo y
el rechazo al vandalismo del invasor, por eso el pueblo reunido en un cabildo
popular, decidió rechazar al enemigo y avanzar hacia la cordillera de La Viuda para hacerle
frente a la vez que se solicitaba refuerzos a Chancay y a Huarochirí a cargo de
Vargas y Ortecho respectivamente. Las Guerrillas canteñas con visos de batallón
ascendieron a Cullhuay, pueblo en el cual recibieron importantes refuerzos en
hombres y vituallas, siguieron por Jacaibamba, Capillayoj y Oxamachay, en este
fundo, se organiza el ataque pues ya se tenía conocimiento de la presencia
chilena en Cuevas y Sángrar, decididamente avanzaron en esa dirección
emboscando a una patrulla chilena en Cólec.
Posesionados en las cercanías de Sángrar, al pie del cerro
Escaparate, deciden efectuar el ataque ese mismo 26 de junio que a decir del
acucioso historiador canteño Angel Padilla, “... no fue decisión de un jefe, ni
de un comando sino de la colectividad convertida en improvisado ejército la que
decidió atacar ese mismo día” y que sintetizara Bernardino Igreda en su
exclamación HOY O NUNCA, frase memorable que perenniza la
acción heroica de los canteños.
A las cinco de la tarde
Vento ordena atacar, sus tres columnas lo hacen en abanico para no dar
escapatoria a las fuerzas del batallón
Buin instalada en la casa hacienda, la capilla, el cementerio y los potreros;
la arremetida peruana fue contundente pues los caídos chilenos fueron numerosos
por lo que el enemigo buscó refugiarse en la capilla y la casa hacienda.
Clímaco Falcón inicia el incendio del techo pajizo de la casa hacienda y cae
herido mortalmente; Nazario Chamorro, venturino él, no pudo contener su ira y
cortó la oreja de un adversario comiéndosela luego, en tanto que Hermógenes Bao
capturaba el estandarte del enemigo. Tenaz era la lucha que se prolongaba ya
muy entrada la noche observándose que la resistencia chilena disminuía y la
victoria era peruana, era canteña. Protegido por la oscuridad, Araneda, jefe
chileno huyó cobardemente, hacia Casapalca; en tanto que los nuestros recogían
los fusiles comblain, municiones, bestias y enseres que en su huída dejaron los
chilenos. Con nuestros héroes muertos y heridos, los canteños emprendieron el
retorno a Canta para preparar su defensa frente a una posible arremetida del
enemigo.
Basadre señala que este
triunfo de los guerrilleros canteños, precipitó la retirada de Letelier a Lima,
a la que llegó con su tropa en estado de pobreza y desmoralización.
IV. LOS CHILENOS BUSCARON OCULTAR SU DERROTA
El triunfo peruano fue un duro revés para los chilenos, quienes
no lo podían aceptar, por eso desde ese mismo momento trataron de ocultar su
derrota aduciendo que el triunfo fue de ellos en un caso o minimizando la
acción bélica en otro, esto ha dado pie para que aparezca la versión chilena
que comienza con el parte oficial de Araneda a Lynch, en el cual aparece como
triunfador, versión que recogen sus periódicos: El Nacional, La Patria,
Tarapacá así como sus historiadores: Vicuña Mackena, Ahumada Moreno, Gonzalo
Bulnes entre otros, buscando opacar y negar el triunfo peruano y destacar el
heroísmo de Araneda tapando el vandalismo de su ejército.
Según la versión chilena,
sólo 79 de sus combatientes hicieron frente a 700 peruanos bien armados, que la
lucha comenzó a la una de la tarde y hasta las dos de la mañana no se
rindieron, “no obstante la intimidación cariñosa de los peruanos para rendirse
y el incendio que hicieron de las techumbres de las casas y la capilla”; dicen
además, que se defendieron de la montonera peruana, pues no se intimidaron y
decidieron vender muy caro sus vidas (Aumada,P.).
La tergiversación de la historia hecha
por los chilenos tuvo como objetivo justificar el fracaso de la campaña de
Letelier y Lynch contra el ejército Peruano
del Centro, justificar la ocupación de nuestro territorio; pero la
verdad histórica se abre camino y con objetividad muestra a los peruanos y al
mundo, el heroísmo de los canteños que ofrendaron su sangre y sus vidas por
hacer del Perú una patria libre, Una buena respuesta a la tendenciosa versión
chilena es esta grandiosa ceremonia, que debe repetirse en todos los años.
V. LA LECCIÓN DE SÁNGRAR
Como herederos que somos de esta
grandiosa hazaña, creemos que de lección
se sintetiza en:
a.- La defensa de la Patria es un
principio de honor nacional, es lo más sublime y sagrado que tiene el hombre
identificado con la tierra que le vio nacer. Hoy y siempre debemos defender
nuestro territorio y sus riquezas, no olvidemos jamás que a la Patria no se
mutila, no se vende; sino que se la honra y defiende.
b.- El grito de Sangrar “Hoy o
Nunca”, tiene doble
significación. Por un lado expresa el sentimiento profundo de defensa de la
Patria, similar a la frase célebre “Lucaharemos hasta quemar el último cartucho”, cuando Francisco Bolognesi con sus
oficiales y soldados tuvieron que ofrendar sus vidas para defender Arica; o
cuando el corneta Farfán bajo las órdenes de Panizo en Ayacucho luchaba contra
Cáceres, ante la pregunta de éste, ¿Tú también traicionas a tu General?, por
toda respuesta Falcón le dijo ¡Viva el Perú! Y la tropa coreó estentóreamente pasándose de inmediato al lado de
Cáceres. “Hoy o nunca” tiene una significación más amplia en tanto expresa la
audacia, el valor, la decisión frente a la adversidad y a los momentos
difíciles, especialmente cuando estas decisiones comprometen a la colectividad
y a quienes con su sudor y trabajo labran cotidianamente el destino del Perú.
c.- Sángrar es también una lección de
patriotismo, no sólo de los jefes, sino de los combatientes, de la tropa, de
los civiles que se alistaron para la guerra, de los cientos de campesinos que
abandonando sus casas y terruños fueron al frente de batalla algunos para no
volver jamás y cuya ausencia lloraron sus madres, esposas e hijos. Son los
héroes anónimos los que sin hacer alardes ofrecieron sus vidas; fueron estos
héroes los que hicieron la resistencia al invasor.
Desde este pódium rindo homenaje a
todos los héroes anónimos que lucharon para dejarnos una provincia y una patria
libre, a quienes como Clímaco Falcón, Doroteo Molina, José Mercedes Valdez y
otros ofrendaron sus vidas, a Manuel E. Vento, Práxides Gutiérrez, Bernardino Igreda,
Hermógenes Bao, Nazario Chamorro, a Luis G. Escudero y a todos los valientes
canteños que lucharon en Sángrar y en cada una de la batallas de esta infausta
guerra.
El recuerdo de estos hechos debe
reavivar nuestro espíritu a favor del desarrollo de nuestra provincia, para no
sufrir más las penalidades del vencido; desde ahora y por siempre labremos el
camino de la victoria.
¡Vivan eternamente los héroes de
Sangrar!, !Viva el Perú!
Bibliografía consultada:
1.Aumada Pascual. La Guerra del Pacífico. T. V. Santiago de Chile.
2.Basadre, Jorge. Historia de la república del Perú
T.VIII. Ed. Universitaria, Lima, 1969.
3.Begazo Enrique. Monografía, El
Combate de Sangrar, Lima, 1981.
4. Bulnes, Gonzalo. La Guerra del Pacífico T.III, Imp. Universal,
Valparaíso, 1919.
5. Cáceres, Andrés. La Guerra del 79, sus campañas (Memorias), Milla
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6. Caivano, Tomás. Historia de la Guerra de América entre Chile, Perú y
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7. Casana, Teodoro. Loor a los vencedores de Sángrar . Centro de Altos
Estudios Militares del Perú, Lima 1974.
8. Cotler, Julio. Clases, Estado y Nación en el Perú. IEP, Lima, 1978.
9. Escudero, Luis G. Carta al director de la Prensa, La Prensa, Lima
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10.Icochea Camacho, Wilfredo. Los Inmortales del batallón Canta,Lima
2008
11. Manrique Nelson. La Ocupación y la Resistencia, en Reflexiones en
torno a la Guerra de 1879. Coeditor Campodónico. Lima,1979
12. Padilla Patiño, Ángel. La Victoria Peruana de Sángrar. Gaceta
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13. Patiño Zambrano, Juan. La Batalla de Sángrar, Discursos y
Conferencias. Lima, 1994.
14. Perú. Ministerio de Guerra
.La Guerra del Pacífico, T. I. Comisión permanente de la Historia del Ejército.
15. Universidad de San Marcos. La Guerra del Pacífico. 2 Vols. Lima,
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16. Vicuña Mackena, Benjamín. Sángrar la jornada heroica. Santiago de
Chile, 1915.
17. Vitale, Luis. Interpretación Marxista de la historia de Chile.
6 Vols. Prensa Latinoamericana,
Santiago de Chile, 1971.
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